¡Estadidad Ya!

sábado, 10 de enero de 2009 by R@S

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Maurice A. Ferré


Es patente la preocupante y deprimente situación económica de Puerto Rico. Consiguientemente, la concentración en lograr el máximo apoyo económico de Washington es el lema en el nuevo gobierno de la Isla.

El déficit presupuestario del Gobierno de Puerto Rico hoy sobrepasa más de $3,000 millones, y no solo es indicio del despilfarro y mala administración de los últimos 8 años, sino más profundamente, de la funesta realidad económica y financiera de Puerto Rico.

La Isla lleva décadas viviendo en déficit presupuestario, no queriendo apretarse el cinturón, muy lejos de Manos a la Obra de don Luis Muñoz Marín, sin sostén visible, subsistiendo de la generosidad del Gobierno Federal. De casi 4 millones de residentes en Puerto Rico, solo 1.3 millones trabajan y de estos uno de cada tres trabaja directamente o indirectamente para el gobierno.

Cuando más de la mitad de la población requiere ayuda económica del gobierno Federal, y por otro lado, en Puerto Rico de 15,000 personas que pagan impuestos a Hacienda sobre ganancias anuales por encima $100,000, 11,000 son asalariados (2003), no requiere ser un economista para concluir que este desbalance no va bien para el futuro de Puerto Rico.

La mayoría de los ingenieros graduados del Colegio en Mayagüez anualmente terminan con trabajos fuera de la Isla. Ya pronto habrá más de un millón de puertorriqueños en Florida y la mayoría vinieron directamente de la Isla.

El nuevo Gobernador Luis Fortuño, y su gobierno tienen que ocuparse primero del tsunami económico que se avecina. Pero de ahí estriba el problema, histórico, congénito, repetitivo de Puerto Rico. Sí, es la economía, pero a la larga es el tranque estructural y político de 110 años el que nos atolla.

Yo soy de los que creo que la soberanía de Puerto Rico reside en Puerto Rico. No importa, que un papelito escrito por un grupo de funcionarios del gobierno de Estados Unidos y de España, el cual firmaron y nombraron como el Tratado de Paris del 1898, diga otra cosa. Ese Tratado fue ratificado por el Senado de EE. UU. por un solo voto y dijo que Puerto Rico estaría, bajo los poderes plenarios del Congreso de EE. UU.

Dice ese Tratado, y luego el Tribunal Supremo de EE. UU., que constitucionalmente la Isla es territorio de EE. UU. No importa tampoco. La ley natural humana rige. El consentimiento de los gobernados es dominante. Es decir, que si los puertorriqueños en su mayoría quieren la soberanía como República o como Estado Federado, no hay quien pare su decisión.

Esa decisión de soberanía no está gobernada solo por la voluntad del Congreso, está gobernada por la voluntad del pueblo de Puerto Rico. Y el pueblo en su inmensa mayoría no quiere perder su identidad, pero tampoco quiere perder su subsidio federal, ni perder su ciudadanía estadounidense.

Lo que cambia la incertidumbre y el titubeo puertorriqueño de siglos es la situación económica de EE. UU. La necesidad es la madre de mucho. Está llegando la crisis. Los griegos definieron crisis como el momento de decisión y los chinos como oportunidad.

Washington, tiene que aceptar a Puerto Rico como un estado, no solo cuya historia, etnia y raza es diferente a la mayoría norteamericana, sino también, y hoy quizás más importante, cuya cultura es diferente a la mayoritaria.

Este no fue el caso de Arizona o Hawái. Ni se van a mudar al Estado 51, a Puerto Rico, millones de norteamericanos con apellidos de Smith, Dole o Brewer, a lo contrario seguirían mudándose para el continente cientos de miles de puertorriqueños.

De su parte, el Congreso, y los puertorriqueños, tienen que reconocer que como un Estado de la Unión, Puerto Rico no va a perder ni su cultura, ni su identidad. En Puerto Rico siempre se hablará español y los puertorriqueños siempre serán puertorriqueños, aun en el Estado 51.

Cuando ambos temores sean superados, y ya estamos camino a eso, y cuando la situación drástica en la Isla lo exija, y ya estamos también en ese camino, es a los puertorriqueños a quienes les corresponde hacer la decisión para resolver la crisis, la oportunidad de salir del atolladero.

Los astros celestiales están todos alineados. Estamos:

* A punto, potencialmente, de una gran depresión mundial, una catástrofe financiera, el rechazo del globalismo y el regreso al nacionalismo proteccionista.

* En una economía insostenible en Puerto Rico.

* En una mayoría en la Isla que si pudieran escogerían la estadidad como preferencia política (entre 60% y 70%).

* Con Obama de Presidente, que comprende la meta de unos Estados Unidos multirraciales y multiétnicos. Obama dijo en el Tiergarten de Berlín que él era un ciudadano del mundo. Cierto, Kennedy y Reagan también lo dijeron, pero Obama lo dijo antes de llegar a la Casa Blanca. Con un Congreso Demócrata que también comprende la nueva realidad, en su mayoría.

* Con que para el 2012, habrá 50 millones de Hispanos / Latinos en EE. UU., que en esa nueva elección presidencial y definitivamente para la del 2016, decidirán la presidencia de EE. UU. con votos Latinos en Texas, Colorado, Nevada, Nuevo Méjico Y Florida. Ya somos 360,000 puertorriqueños inscritos para votar en Florida, y ayudamos el voto de Florida en el 2008 en pro de Obama con el 75% de nuestros votos. Para el 2012 habrá 600,000 puertorriqueños inscritos para votar en Florida, el grupo electoral latino más grande de Florida.

Cada cuatrienio la aceptación de Puerto Rico como el Estado 51 de la Unión será más y más fácil. Sí, Fortuño tiene que enderezar con urgencia los asuntos económicos de Puerto Rico, pero no puede abandonar para luego la causa de la estadidad. Con la actitud de estadidad eventualmente, Fortuño no resuelve ni una, ni otra cosa. El lema operante tiene que ser, ¡Estadidad ya! Estadidad ya significa el comienzo de un proceso que tomara diez años para completar.

La mejor consulta con los ciudadanos estadounidenses de Puerto Rico será la más sencilla. La pregunta plebiscitaria mejor es: “¿Quieren ustedes mantener el Estado Libre Asociado de Puerto Rico bajo el actual estatus territorial de la Constitución de EE. UU.?” Sí o No. Entonces el No conllevaría a una asamblea constituyente que definiría las constituciones del Estado 51 o la República, con o sin asociación a EE. UU.

Los votantes de Puerto Rico escogerán abrumadoramente la estadidad. Y luego el plan Tennessee, que funcionó históricamente para siete estados de la Unión. La Legislatura de Puerto Rico sencillamente nombrara dos senadores Federales y seis representantes y los enviara a Washington.

No hay Congreso, (ni el 112, 113, o el 114), que le niegue por largo la estadidad a la preferencia puertorriqueña, que para entonces será de 80%.

La única duda que tengo es si el Gobernador Luis G. Fortuño ha reconocido esta prioridad y tiene resolución firme que la situación actual exige. Y más importante, lo que la historia y su mentor político, mi tío, Luis A. Ferré, (QPD), le reclama desde su tumba.

Luis, el momento es ahora, no mañana. La prioridad real es el plebiscito, no los fondos financieros tan importantes de Washington. ¡Esta oportunidad, que tanto favorece la estadidad, no se repetirá fácilmente!

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